La despersonalización y desrealización son términos que describen una desconexión de la propia identidad y una percepción alterada de la realidad. Para muchas personas, estas sensaciones pueden ser breves y transitorias, pero en algunos casos, se convierten en episodios recurrentes que afectan profundamente la vida diaria. Quienes experimentan estos trastornos describen una sensación constante de no estar presentes o de observar el mundo desde una perspectiva distante, como si todo fuera irreal.
Índice
Introducción a la despersonalización y desrealización
Este fenómeno no es raro en situaciones de ansiedad, estrés extremo o trauma. La vida bajo estos síntomas puede sentirse vacía y desconcertante, ya que la persona no logra reconectar con sus emociones ni con su entorno. A lo largo de este artículo, exploraremos en detalle qué es este trastorno, sus causas, síntomas, y cómo se puede tratar para recuperar el bienestar y la conexión con la realidad.
¿Qué es el trastorno de despersonalización y desrealización?
El trastorno de despersonalización y desrealización es un tipo de trastorno disociativo que afecta tanto a la percepción de uno mismo como del entorno. Las personas que lo padecen pueden sentir que su cuerpo, pensamientos o emociones no les pertenecen (despersonalización), o que el mundo que las rodea se siente distorsionado, lejano o irreal (desrealización). Este trastorno puede durar desde algunos minutos hasta episodios prolongados que interfieren con el bienestar y el funcionamiento normal.
Lo que más inquieta a quienes lo experimentan es la sensación constante de estar desconectados de la realidad. En mi propia experiencia, recuerdo momentos en los que veía a los demás como si estuvieran en una especie de «filtro», una distancia emocional y física que hacía que me sintiera ajena al mundo. Esto no solo afectaba mis interacciones sociales, sino que también me llevaba a cuestionar mi propio sentido de identidad. A menudo, me sentía como si estuviera en un sueño, observando mi vida sin poder participar en ella realmente.
Causas y factores desencadenantes
El trastorno de despersonalización y desrealización suele estar asociado a experiencias traumáticas o situaciones de gran ansiedad. El cuerpo y la mente, al no poder procesar adecuadamente estas experiencias, entran en un estado de protección conocido como «congelamiento». Este mecanismo de defensa hace que la persona se desconecte de sus emociones para evitar el dolor que no puede manejar en ese momento.
Por ejemplo, en situaciones de abuso emocional o físico durante la infancia, el cerebro puede activar este estado disociativo como una forma de sobrevivir. Esta respuesta, aunque útil en su momento, puede convertirse en un patrón permanente que afecta la vida adulta.
En algunos casos, cuando la desconexión comienza durante la infancia, en momentos en los que no se tienen los recursos emocionales para lidiar con ciertas situaciones, se puede adquirir como respuesta para lidiar con otros instantes de ansiedad. Y a lo largo de los años, esta respuesta se puede volver algo habitual, y aunque ya no esté la persona en peligro, su sistema nervioso continua recurriendo a la despersonalización como una forma de protección. Esto es algo común en personas que han experimentado traumas no resueltos.
Otros factores que pueden desencadenar este trastorno incluyen:
– Estrés crónico
– Consumo de sustancias
– Ansiedad y ataques de pánico
– Privación del sueño
Síntomas comunes de despersonalización y desrealización
Los síntomas de despersonalización y desrealización pueden ser variados, pero todos comparten un tema central: la desconexión de uno mismo o del entorno. Entre los síntomas más comunes se encuentran:
– Sentir que uno está observando su vida desde afuera: Es como si te convirtieras en un espectador de tus propias acciones y pensamientos.
– Desconexión emocional: Las emociones parecen inaccesibles o distantes, lo que lleva a la persona a sentir que no puede experimentar alegría, tristeza o incluso dolor.
– Distorsión de la percepción del tiempo: El tiempo puede sentirse acelerado o ralentizado.
– Sentimientos de irrealidad respecto al entorno: Los objetos, personas y lugares parecen extraños, como si estuvieran lejanos o borrosos.
– Cuestionar la realidad: La persona puede preguntarse constantemente si lo que está viviendo es real o no.
Estos síntomas no solo generan una profunda confusión, sino también angustia. Durante los episodios de despersonalización, me encontré cuestionando todo lo que veía y sentía, incluso mi propio propósito de estar aquí. Era como si nada tuviera sentido, y esa sensación de extrañeza hacía que cada día fuera una lucha por recuperar la «normalidad».
Impacto en la vida diaria
El impacto de la despersonalización y desrealización en la vida diaria puede ser debilitante. Las personas que padecen este trastorno suelen tener dificultades para llevar a cabo sus actividades cotidianas porque se sienten desconectadas de sus propios pensamientos y emociones. Esto puede afectar tanto las relaciones personales como el desempeño en el trabajo o los estudios.
A menudo, esta desconexión se siente como una barrera invisible entre la persona y el mundo. Las relaciones se vuelven complicadas, ya que la falta de conexión emocional impide que se puedan mantener vínculos afectivos profundos. A nivel laboral o académico, la concentración y el rendimiento también se ven afectados, ya que la mente está constantemente ocupada por pensamientos intrusivos sobre la propia existencia y la realidad.
Recuerdo que durante mis episodios más intensos, realizar tareas cotidianas como hablar con amigos o disfrutar de una comida se sentía casi imposible. La desconexión hacía que todo pareciera vacío, sin sentido, y me resultaba difícil involucrarme de manera genuina en cualquier actividad.
Cómo se relaciona la desconexión con el sistema nervioso
La desconexión que experimentan las personas con despersonalización y desrealización está estrechamente relacionada con la respuesta del sistema nervioso al estrés y al trauma. Cuando el cerebro percibe una amenaza que no puede manejar, activa la respuesta de «congelamiento». Este mecanismo, que se encuentra profundamente arraigado en nuestra biología, tiene el objetivo de protegernos del dolor emocional y físico.
Sin embargo, cuando la persona no puede procesar esa experiencia traumática, el cerebro puede quedarse «atascado» en ese modo de protección. Este es el origen de muchos casos de despersonalización y desrealización crónicos. El cuerpo sigue actuando como si estuviera en peligro, desconectando a la persona de sus emociones y de su percepción del entorno.
En mi experiencia, esta desconexión fue el resultado de años de vivir en modo de supervivencia. Mi sistema nervioso había aprendido a evitar sentir, lo que me dejó atrapado en un estado de ausencia emocional. Era como si mi cuerpo se hubiera acostumbrado a no sentir para evitar el dolor, pero a largo plazo, esto solo profundizó mi desconexión.
Terapias y herramientas para reconectar con la realidad
Existen diversas terapias y enfoques que han demostrado ser efectivos para tratar la despersonalización y desrealización. Estas herramientas ayudan a la persona a reconectar con sus emociones, su cuerpo y el entorno, devolviendo la sensación de presencia y bienestar en la vida diaria. Repasaremos aquellas que tienen más respaldo científico.
1. Terapia cognitivo-conductual (TCC)
La TCC es una de las terapias más utilizadas para tratar los trastornos disociativos, incluida la despersonalización-desrealización. Este enfoque ayuda a las personas a identificar los pensamientos automáticos y negativos que perpetúan el ciclo de desconexión. Con el apoyo de un terapeuta, la persona puede aprender a reemplazar estos pensamientos con otros más realistas y adaptativos, lo que reduce los episodios disociativos.
Durante mi propio proceso, la terapia cognitivo-conductual fue una de las primeras herramientas que utilicé para entender por qué mi mente se desconectaba. Fue revelador descubrir cómo mis patrones de pensamiento reforzaban mi sensación de irrealidad, y poco a poco, aprendí a desafiar esos pensamientos y reconectar con el presente.
2. Mindfulness y meditación
La práctica del mindfulness se basa en la capacidad de vivir el momento presente de manera consciente. Para quienes sufren de despersonalización y desrealización, esto puede ser un gran desafío, ya que su mente tiende a distanciarse de la realidad. Sin embargo, el mindfulness ayuda a entrenar la mente para prestar atención a las sensaciones del cuerpo y el entorno, promoviendo una mayor conexión con la realidad.
Practicar mindfulness me ayudó a aceptar mis sensaciones en lugar de temerlas o evitarlas. Al principio, mi mente se resistía, pero poco a poco aprendí a estar más presente, a sentirme más enraizada en el «aquí y ahora», lo que me permitió reducir los episodios de desconexión.
Cómo superar la desconexión y restaurar el bienestar
Superar el trastorno de despersonalización y desrealización es un proceso que requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, un enfoque en la autocompasión. A medida que las personas avanzan en su recuperación, es esencial que entiendan que la desconexión no es algo que suceda por elección, sino una respuesta automática del cuerpo y la mente al estrés extremo.
1. Aceptar la desconexión como una respuesta natural
El primer paso hacia la recuperación es entender que la desconexión es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que no puede procesar. Esto puede aliviar la carga de culpa o ansiedad que muchas personas sienten al no poder «controlar» sus episodios de despersonalización.
En mi experiencia, entender que la desconexión era una forma de protección fue un alivio. En lugar de luchar contra ella, comencé a observarla como un mecanismo de autoprotección que mi cuerpo activó cuando no tenía otra opción.
2. Reconectar con el cuerpo a través de la sensación
La reconexión con el cuerpo es fundamental para salir del estado de despersonalización y desrealización. Ejercicios simples como prestar atención a la respiración, sentir el contacto de los pies con el suelo o notar las sensaciones en las manos pueden ser un buen punto de partida para recuperar el control sobre la percepción corporal.
Al comenzar a prestar atención a mi cuerpo de nuevo, me di cuenta de cuánto tiempo había pasado sin realmente «habitar» mi propia piel. Era extraño al principio, pero con el tiempo, estas pequeñas prácticas me ayudaron a sentirme más conectado conmigo mismo y con mi entorno.
3. Liberar emociones reprimidas
El trauma no procesado y las emociones reprimidas son a menudo la raíz de la desconexión. Permitir que estas emociones se expresen, ya sea a través de la terapia o prácticas como el journaling (escribir un diario), es crucial para liberar la carga emocional que mantiene el cuerpo y la mente en modo de protección.
Durante años, evité sentir emociones intensas porque me asustaban. Pero aprendí que para sanar, tenía que dejar que esas emociones salieran a la superficie. Llorar, enojarme, sentir miedo… todo formaba parte del proceso para romper el ciclo de desconexión.
4. Crear un entorno seguro y de apoyo
El entorno en el que vivimos puede influir enormemente en nuestra capacidad para sanar. Estar rodeado de personas que comprendan lo que estás viviendo y que te brinden un espacio seguro para expresar tus emociones es vital para la recuperación.
Tuve la suerte de contar con personas cercanas que me apoyaron durante mis momentos más difíciles. Saber que podía contar con ellas para hablar de lo que estaba viviendo sin ser juzgado fue clave en mi recuperación.
5. Priorizar el autocuidado
El autocuidado es un componente esencial en el proceso de reconexión. Esto incluye desde cuidar la alimentación y el descanso hasta dedicar tiempo a actividades que nutran el bienestar emocional. Pequeños actos de cuidado diario pueden ayudar a restaurar el equilibrio entre el cuerpo y la mente, lo que favorece una mayor sensación de conexión con la realidad.
Al principio, no sabía cómo priorizar mi bienestar, pero poco a poco fui aprendiendo que cuidarme a mí mismo era esencial para salir del estado de desconexión. Descansar, nutrirme y hacer cosas que disfrutaba se convirtieron en pasos importantes para reconectar con la vida.
Es posible volver a sentirte bien
La despersonalización y desrealización pueden hacer que la vida se sienta irreal, vacía y desconectada. Sin embargo, con las herramientas adecuadas y el apoyo necesario, es posible superarlo y volver a sentirse conectado con el cuerpo, las emociones y el mundo. El camino hacia la recuperación puede ser largo, pero cada pequeño avance en la reconexión es un paso más hacia el bienestar.
Si estás experimentando estos síntomas, recuerda que no estás solo o sola. Con la comprensión de que esta desconexión es una respuesta natural de tu cuerpo, y con la ayuda de terapias efectivas, puedes volver a sentirte presente en tu vida, en tu cuerpo y en tu realidad. El proceso puede ser desafiante, pero también puede ser profundamente transformador.
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