La ansiedad es una experiencia humana común que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas. Es una respuesta natural y adaptativa que nos alerta ante situaciones de peligro o desafío, preparándonos para enfrentarlas. Sin embargo, para muchas personas, la ansiedad puede convertirse en un enemigo insidioso que se instala de forma persistente, afectando negativamente su bienestar físico y emocional.
Vamos a sumergirnos en las profundidades de la ansiedad para descubrir sus causas. Comprender las raíces de esta emoción, nos permitirá abordarla con mayor eficacia y nos ayudará a controlarla para evitar que afecte a nuestro bienestar.
Índice
Causas de la Ansiedad: Entendiendo las Raíces de la Inquietud y la Preocupación
Es normal sentirse ansioso en ciertas situaciones, como antes de un examen o una entrevista de trabajo. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve persistente e interfiere significativamente en la vida diaria, puede convertirse en un trastorno de ansiedad.
Comprender las causas de la ansiedad es crucial para abordar este desafío emocional. Si bien cada persona es única y la ansiedad puede tener diversas manifestaciones, existen algunas causas comunes que se han identificado a lo largo de la investigación y la práctica clínica.
Factores genéticos y biológicos
Los estudios han demostrado que la ansiedad puede tener un componente genético. Si tienes familiares cercanos que padecen trastornos de ansiedad, es posible que tengas una predisposición genética a experimentar ansiedad en algún momento de tu vida. Además, ciertas sustancias químicas en el cerebro, como la serotonina y la noradrenalina, también juegan un papel importante en la regulación del estado de ánimo y la ansiedad.
Baja Tolerancia a la Incertidumbre
La tolerancia a la incertidumbre es la capacidad de aceptar que no siempre hay respuestas concretas. Aquellos con baja tolerancia sienten angustia y ansiedad cuando no obtienen respuestas inmediatas y está todo bajo control
La baja tolerancia a la incertidumbre la podemos definir como la forma de reaccionar negativamente ante situaciones ambiguas e inciertas. Esto puede generar estrés y dificultades para funcionar en tales situaciones.
Algunos ejemplos de situaciones en las que se puede mostrar una baja tolerancia a la incertidumbre:
1. Esperando Resultados Médicos:
Tenemos que esperar los resultados de un examen médico importante. Durante el período de espera, podemos sentirnos extremadamente ansiosos. Conductas como revisar el teléfono constantemente para ver si se ha recibido algún mensaje del médico o imaginarnos repetidamente los peores escenarios posibles son claros síntomas de ansiedad.
2. Cambio de Planes de Última Hora:
Los cambios de última hora pueden hacernos sentir muy estresados y preocupados. Por ejemplo, si se cambia el lugar de cita con nuestros amigos, preguntándonos si el nuevo lugar será adecuado o si tendremos algún problema para llegar.
3. Proyecto en el Trabajo:
Sentirnos inseguros si estamos tomando las decisiones correctas en los proyectos que abordamos puede hacer que pidamos validación y aprobación a nuestros superiores y/o compañeros con frecuencia en un intento de disminuir nuestra incertidumbre.
4. Decisiones de Compra:
Sentirnos abrumados en nuestras decisiones de compra, intentado conseguir la mejor opción. Este miedo, nos hará investigar obsesivamente cada detalle sobre las diferentes opciones, y aún así, nos costará decidirnos y nos sentiremos paralizados por miedo a cometer un error.
5. Relación Personal:
Cuando comenzamos una nueva relación romántica podemos llegar a sentirnos muy ansiosos porque no sabemos cómo evolucionará. Constantemente buscamos señales de que la relación va bien y nos preocupamos excesivamente por pequeños desacuerdos, temiendo que signifiquen el fin de la relación.
6. Viaje Planeado:
Nos angustia la incertidumbre sobre posibles retrasos en el vuelo o cambios en el itinerario. Podemos llegar a revisar compulsivamente las actualizaciones del vuelo y preocuparnos por cada posible inconveniente que podría surgir durante el viaje.
En cada uno de estos ejemplos, la baja tolerancia a la incertidumbre se manifiesta a través de la ansiedad, una preocupación excesiva y dificultad para manejar situaciones donde el resultado no es claro o seguro.
Sobrevaloración de la utilidad de preocuparse
Son creencias positivas acerca de las preocupaciones. Algunas personas creen que preocuparse es útil para resolver problemas, protegerse de emociones negativas futuras o evitar acontecimientos desfavorables. Estas creencias pueden acentuar las preocupaciones y mantener la ansiedad.
En realidad, lo útil es ocuparse, no preocuparse constantemente. Es decir, tomar acciones acerca de aquello que nos preocupa para darle una solución, si es posible.
Orientación ineficaz frente a los problemas
Algunas veces tenemos dificultades para resolver problemas cotidianos debido a una orientación poco efectiva. Puede ser que tengamos objetivos poco realistas, falta de confianza en nuestra capacidad para resolver problemas o una percepción pesimista del resultado. Esto contribuye a la tendencia a preocuparse y darle vueltas una y otra vez a los problemas, en lugar de afrontarlos y resolverlos de manera adecuada.
Evitación cognitiva
En lugar de enfrentar las situaciones o los pensamientos que nos producen ansiedad, podemos utilizar estrategias para evitar exponernos a ellos, como intentar distraernos para no pensar en ello, o asegurarnos una y otra vez que estamos escogiendo la mejor opción.
Esta evitación cognitiva temporalmente reduce la ansiedad, pero impide el procesamiento emocional de los miedos que subyacen tras las preocupaciones, por lo que éstas acaban siendo cada vez más intensas y frecuentes.
Un ejemplo de evitación cognitiva puede darse en nuestras relaciones. Si tememos que nuestra relación no funcione, en lugar de abordar nuestras preocupaciones y tener una conversación honesta con nuestra pareja, nos obligamos a pensar únicamente en pensamientos positivos y a ignorar cualquier signo de problemas. Esto evita una confrontación necesaria y no permite resolver los problemas reales de la relación.
Experiencias traumáticas o estresantes
Eventos traumáticos, como abusos, pérdidas significativas o accidentes, pueden desencadenar o contribuir a la ansiedad. Incluso experiencias estresantes menos traumáticas, como cambios laborales o problemas familiares, pueden desencadenar sentimientos de ansiedad.
Aprendizaje y condicionamiento
La ansiedad también puede ser aprendida a través de la observación de modelos cercanos. Si has crecido en un entorno donde otros expresaban constantemente preocupación o ansiedad, es más probable que adoptes ese mismo patrón de pensamiento y comportamiento.
Estilos de pensamiento negativos
Las personas con ansiedad tienden a tener pensamientos negativos automáticos y catastróficos, que realimentan continuamente la ansiedad. Tienden a anticipar constantemente lo peor y hacen que tengamos dificultades para ver las situaciones desde una perspectiva más realista y equilibrada.
Algunos ejemplos:
- «Nunca soy lo suficientemente bueno» (inseguridad y falta de confianza en uno mismo)
- «Soy un completo fracaso» (catastrofismo y auto-reproche)
- «Nadie me quiere» (inseguridad y miedo al rechazo)
- «No soy lo suficientemente inteligente» (inseguridad y falta de confianza en uno mismo)
- «Nadie me entiende» (inseguridad y miedo al rechazo)
- «Soy un perdedor» (catastrofismo y auto-reproche)
- «No soy capaz de hacerlo» (inseguridad y miedo al fracaso)
- «No soy lo suficientemente atractivo» (inseguridad y miedo al rechazo)
Es importante tener en cuenta que estos pensamientos no son necesariamente reales, pero pueden influir en nuestra forma de pensar y sentir. Es importante reconocer y reemplazar estos pensamientos negativos por pensamientos más realistas y positivos.
Apego inseguro y falta de habilidades de afrontamiento
Las experiencias tempranas de apego inseguro, como la falta de apoyo emocional o la sobreprotección, pueden influir en el desarrollo de la ansiedad en la edad adulta.
Cambios en el entorno o la vida
Los cambios importantes en la vida, como mudanzas, cambios laborales, matrimonio o divorcio, pueden ser desencadenantes de ansiedad. Adaptarse a nuevas circunstancias puede generar inseguridad y preocupación.
Los desencadenantes de la ansiedad son distintos para cada persona
Es esencial recordar que la ansiedad es una experiencia humana común y no hay una sola causa que se aplique a todas las personas. A menudo, es una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales lo que contribuye al desarrollo de la ansiedad.
Si sientes que la ansiedad está afectando negativamente tu vida y bienestar, es importante buscar apoyo profesional. Los enfoques terapéuticos, como la terapia cognitivo-conductual, pueden ayudarte a identificar las causas de tu ansiedad y mostrarte estrategias efectivas para manejarla.
Recuerda que con el apoyo adecuado y el compromiso contigo mismo/a, es posible superar la ansiedad y disfrutar de una vida más equilibrada y serena.
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