«Los libros son una forma maravillosa de escapar de la realidad, pero también pueden ayudarnos a enfrentarla»
Los cuentos infantiles, más allá de su valor educativo para niños, poseen un potencial terapéutico significativo para adultos. La lectura y el análisis de cuentos pueden ayudar a los adultos a expresar sus emociones, volverse más expresivos y mejorar su capacidad para hacerse entender.
A menudo contienen tramas y personajes que experimentan una gama completa de emociones. Leer en voz alta estas historias puede ayudarnos a conectarse con sus propios sentimientos y emociones y expresarlas a los demás. A través de la identificación con personajes y situaciones, los cuentos ofrecen un reflejo de nuestras propias experiencias y pueden ayudarnos a comprender y expresar nuestras emociones de manera más saludable.
¡Te animamos a practicar con el siguiente cuento infantil!
El príncipe salvado
Había una vez un príncipe llamado Trastabilla, quien siempre había escuchado que su deber más importante era rescatar a princesas en los reinos mágicos. Pero, ¡ay!, Trastabilla no era muy hábil en eso de rescatar princesas ni en asaltar castillos, ¡ni mucho menos!
Un día, decidió ir a salvar a la princesa de Florilandia. Como siempre, se lanzó en su catapulta y entró por la ventana del castillo.
– ¡Auch! ¡Eso dolió! – se quejó Trastabilla, frotándose la cabeza.
– ¡¿Quién eres?! ¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó la princesa de Florilandia, sorprendida.
– N-no te p-preocupes, p-p-princesa. H-he venido para r-rescatarte -dijo Trastabilla, trabándose con las palabras.
– ¿Rescatarme? -dijo la princesa, un poco confundida-. Pero, ¿quién te dijo que necesito ser rescatada?
– P-pues… s-siempre he escuchado que l-los príncipes r-rescatan a las p-princesas, ¿v-verdad?
– Sí, eso dicen los cuentos, pero yo puedo cuidarme sola.
– ¡Oh! -exclamó Trastabilla-. ¿Entonces qué hago yo aquí?
– ¿Cómo te llamas? -preguntó la princesa.
– T-Trastabilla.
– ¡Vaya! Parece que tienes problemas con algunas palabras.
– S-sí, u-un poco -dijo Trastabilla-. P-p-pero c-cuéntame, ¿qué hago ahora?
– Pues… podrías hacer otras cosas, como jugar con los unicornios o ayudar a los duendes en sus travesuras.
– ¿U-unicornios? ¡Suena e-emocionante! -dijo Trastabilla, olvidando sus preocupaciones.
Mientras hablaban, la princesa llamó a su hada madrina, Chisparella.
– ¿M-me llamaste, p-princesa? -dijo Chisparella, apareciendo con su v-varita mágica.
– S-sí, Chisparella. T-Trastabilla tiene p-problemas con algunas p-palabras. ¿P-puedes ayudarlo?
– ¡Claro que sí! -dijo Chisparella, agitando su v-varita-. ¡B-bibidi-b-babidi-bú!
Unas chispas mágicas rodearon a Trastabilla.
– ¡Ahora puedo hablar mejor! -exclamó Trastabilla, emocionado-. Pero, ¿qué debo hacer si no rescato princesas?
– Podrías unirte a nuestras a-aventuras, Trastabilla. Luchamos contra dragones traviesos y exploramos bosques encantados.
– ¡Eso suena genial! ¡Me uno a tus aventuras!
Así, Trastabilla y la princesa de Florilandia comenzaron a vivir emocionantes aventuras juntos. Pronto, otros príncipes y princesas se unieron a sus travesuras y cambiaron las historias de los reinos mágicos. Todos vivieron felices, explorando nuevos mundos y haciendo nuevos amigos.
BIBLIOGRAFÍA:
- Dahl, R. (1988). Matilda. Penguin.
- Greenaway, K., & Milligan, S. (2007). Bibliotherapy with young people: Librarians and mental health professionals working together. American Library Association.