La autoestima es cómo nos vemos y nos describimos a nosotros mismos. En este sentido, la autoestima cambia a medida que vivimos diferentes experiencias, es decir se aprende con el tiempo. Aprendemos a sentirnos así. Por ello, si siempre estamos en situaciones donde nos dicen cosas malas o nos critican mucho, estas experiencias pueden hacer que pensemos mal de nosotros mismos y nos valoremos negativamente.
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Por qué tengo la autoestima baja
Antes que nada, es importante entender que no se tiene una «baja» o «alta» autoestima. En realidad, las personas usan palabras para describirse, algunas veces son palabras buenas y otras veces no tanto.
Cuando hablamos de tener una autoestima «baja», muchas veces nos referimos a pensar cosas “malas” sobre uno mismo, como sentirse tonto, feo o incapaz. Pero también hay personas que tienen una autoestima «baja» porque piensan que no hacen bien ciertas cosas, y en este caso último pueden tener o no razón. (En caso de tener razón, es útil aprender a hacer mejor esas cosas para sentirse más seguro).
Por otro lado, hay personas que siempre se ven a sí mismas de manera muy positiva, sin importar lo que pase. Diríamos que tienen una “alta” autoestima. Aunque parezca bueno, esto puede ser un problema si no reconocen sus errores. Aunque estos casos son diferentes, tienen algo en común: no están viendo las cosas como son en realidad.
Problemas de autoestima baja
Cuando las personas están en situaciones donde las evalúan, como al estar con otras personas o al mirarse a sí mismas, reaccionan de diferentes formas. A veces, hacemos cosas que provocan que los demás se burlen o les critiquen. Así, al encontrarnos en una situación similar intentamos no hacer lo mismo o expresarnos de la misma forma (incluso podemos intentar pasar desapercibidos). Si cuando evitamos hacer lo que fue objeto de crítica, disminuyen las reacciones negativas de los demás, queda inscrito en nuestra mente que aquello que hicimos fue reprobado, «castigado» por los demás. Esta es la razón por la que acabamos asociando estas situaciones y a las personas presentes a algo aversivo.
Por ejemplo, imagina que estás en una reunión con tus amigos y decides contar un chiste. Pero en lugar de reírse, todos empiezan a burlarse de ti y a hacer comentarios negativos. Te sientes mal por eso. La próxima vez que estás con ellos, evitas hacer chistes o decir algo que pueda causar risa. Si notas que esta vez no te critican, comienzas a pensar que tus acciones causan problemas y son castigadas por tu entorno. De esta manera, empiezas a relacionar esas situaciones y a las personas en ellas como algo malo y que te hace sentir incómodo.
Sería útil también ver cómo se lleva con otras personas. Tal vez no sepa cómo reaccionar adecuadamente para recibir elogios o ayuda. Además, sería interesante saber si siente lo mismo en otras situaciones. Por ejemplo, si se siente mal intentando hacer chistes, ¿se siente mal también charlando o realizando otras actividades con ellos? Sería interesante averiguar si la persona ha generalizado lo que le ocurrió y se considera a sí misma como “mala conversadora” y tenga dificultades para intervenir o expresarse en cualquier reunión social o familiar.
Por el contrario, las personas con una autoestima ajustada suelen recibir halagos o muestras de afecto ante sus conductas. De esta forma, las situaciones y personas quedan asociadas a algo positivo: ser perciben a sí mismas como personas valoradas y competentes.
Por ejemplo, si esa misma persona cuenta un buen chiste, y sus amigos ríen abiertamente y le dicen cosas del tipo “qué bueno, eres muy gracioso”. Pero también puede percibirse como alguien competente, si en lugar de sentirse mal y callarse ante las burlas piensa que la próxima vez ampliará el repertorio de bromas, y les dice a sus amigos que todo el mundo puede hacer un mal chiste, y que éstos también tienen su gracia.
Como consecuencia, debido a nuestra historia y los episodios que nos han ido ocurriendo a lo largo de la vida, diversas situaciones las sentimos como desagradables y nos provocan malestar, por lo que tendemos a evitarlas o escapar de ellas (por ejemplo no ir a una fiesta). Algunas personas, incluso, pueden llegar a castigarse por no haberlo hecho bien, para sentir así algo de alivio.
Es común que fallar en una situación social nos resulte sumamente desagradable y demos vueltas a la cabeza intentado justificar lo ocurrido, o que le echemos la culpa a otras personas, a la situación, o a cualquier otra atribución externa.
Imagina que estás en una fiesta y te acercas a un grupo de personas para unirte a la conversación. Sin embargo, cuando intentas hablar, te quedas en blanco y no encuentras las palabras adecuadas. Te sientes incómodo y avergonzado por no haber podido expresarte bien. Después de la fiesta, empiezas a pensar que quizás no conocías bien a esas personas o que el ambiente era ruidoso, y eso te llevó a no hablar correctamente. Tratas de encontrar excusas para lo que pasó y sientes que no fue completamente tu culpa. Estás buscando maneras de justificar lo que ocurrió en lugar de aceptar que a veces las cosas no salen como uno quiere en las situaciones sociales.
Problemas de autoestima baja
A continuación, vamos a conocer los problemas más comunes de autoestima y cómo se caracterizan.
1. Inseguridad personal: Esto ocurre cuando nos vemos constantemente como incapaces. No confiamos en nuestras propias habilidades para enfrentar diferentes situaciones. Aunque tengamos éxitos, esta baja autoestima nos hace dudar de nosotros mismos en todo momento.
2. Sentirse poco valorado: Este es otro problema importante de autoestima. Va más allá de no confiar en nuestras capacidades. Implica no aceptarnos tal y como somos, creyendo que no tenemos suficiente valor y que no podemos lograr nada por nosotros mismos.
3. Culpa excesiva: Es creer que somos responsables de todo lo negativo que sucede a nuestro alrededor. Atribuimos cambios desfavorables como nuestros propios desastres, aunque muchas veces no tengamos culpa. Cuando se tienen problemas de ansiedad, tendemos a hacer estas valoraciones sin tener en cuenta hechos razonables.
4. Pensamientos negativos: Al estar obsesionados con agradar a los demás y dar una imagen siempre positiva, surgen pensamientos automáticos. Estos pensamientos suelen ser del tipo: «soy inferior», «no valgo», «no soy suficiente», «me rechazarán» o «no soy capaz».
5. Preocupación constante por el futuro: La obsesión por un futuro lleno de problemas que creemos que no podremos resolver es otro problema de autoestima. A menudo, el problema está en cómo nos planteamos las cosas, ya que solemos tener un enfoque perfeccionista. Sin embargo, es importante recordar que nadie puede hacer las cosas de manera perfecta, y tampoco es necesario.
6. Necesidad de complacer a todos: Intentar agradar a todos en todo momento es completamente imposible y perjudicial para nuestra salud mental. Al esforzarnos por agradar a todos, dejamos de ser auténticos. No preocuparnos por esto es un indicador de una buena autoestima.
Además, cuando intentamos agradar a todos sin importar la situación, no somos asertivos y no defendemos nuestros derechos de manera adecuada. Esto nos hace sentir mal y pone una carga innecesaria en nuestra autoestima.